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Cómo saldar nuestras deudas

Saber identificar y gestionar nuestras deudas es fundamental a la hora de impedir que las deudas crezcan desproporcionadamente y causen daños en nuestra salud  financiera. Para ello, lo primero es hacer una lista de todos nuestros ingresos y egresos  para  determinar que decisiones tomar y evitar que nuestras salidas superen las entradas, encontrando así soluciones claras y precisas a nuestra situación particular.

Para ello tenemos que empezar a crear buenos hábitos como estos:

  • Identifica tus gastos e ingresos
  • Analiza  los ámbitos de consumo, como el alquiler, hipoteca, servicios, agua, luz internet, etc.
  • Revisa los gastos recurrentes  de todos los días como la alimentación y el transporte o los llamados gastos hormiga que aunque son  muy bajos y son imperceptibles, si los empiezas a sumar puedes descubrir que son una fuente de fuga de dinero.
  • Planifica las compras. Por ejemplo crear una lista de la compra que harás en el supermercado y ceñirnos a ella sin caer en la tentación y en la impulsividad de compras innecesarias.

Elige productos financieros que se ajusten a tus necesidades, tanto en tu tarjeta de débito o crédito y habituarnos a revisar los gastos que se van generando para que a fin de mes no tengamos  sorpresas desagradables.

Una vez que se  logra crear estos buenos hábitos financieros, podemos implementar dos métodos prácticos y fáciles que nos ayudarán a sanear nuestras finanzas y que se conocen como el “método bola de nieve” y “método avalancha”.

El “método bola de nieve” consiste en identificar todas tus deudas y empezar a pagar aquella cuya cuota es de menor importe, luego cuando la terminamos de pagar, comenzamos con la siguiente con la menor cuantía y así sucesivamente nos habituaremos a destinar una parte de nuestros ingresos para saldar las deudas sin la sensación abrumadora de no saber por dónde empezar.

Por su parte el “método avalancha” es una técnica más agresiva que la anterior por lo que en muchas situaciones la gente tiende a abandonar, sin embargo, su efecto requiere menos tiempo lo que supone un ahorro en los intereses de la deuda y en la consecuente fatiga de pago. Esta práctica consiste en liquidar las deudas con el capital más alto.

Por lo tanto instrumentar cualquiera de estas formas de pago requiere de una decisión consciente y constante que nos permite gestionar de forma adecuada nuestras finanzas y salir de ese ciclo perverso que arruina nuestros bolsillos.